lunes, 2 de noviembre de 2009

"EGUNKARIA", UNA VEZ MÁS y TODOS LOS MUERTOS

EGUNKARIA, UNA VEZ MÁS.- Y espero que la última sea de celebración del fin de una pesadilla. Hace más seis años y medio que a los encausados en el caso Egunkaria les dura el calvario de vivir pendientes de un hilo judicial lo suficientemente sólido, en este caso concreto al menos, como para que no se haya roto pese a las peticiones de archivo de las actuaciones por parte del ministerio fiscal y de las defensas. Son personas que viven bajo la amenaza de ser condenadas a largas penas de cárcel acusadas de pertenencia a ETA.
Es decir, que a estas alturas ese caso se sostiene sólo por la acusación popular ejercida por Dignidad y Justicia y la Asociación de Víctimas del Terrorismo, y hasta han sido archivadas las denuncias por malos tratos y torturas que se cursaron tras las detenciones.
Seis años y medio es tiempo más que suficiente para que las cosas se diluyan y también para que se enreden, como se han enredado en este caso, sobre todo si falta solidez en las pruebas en las que se basa la acusación , y aquí es palmario que falta, habida cuenta de la retirada de la acusación por parte del fiscal, al margen de que haya habido irregularidades en el procedimiento que han dado lugar a la nulidad de actuaciones.
Estimo que no es justo mantener, por una cuestión política, exclusivamente política, a unas personas acusadas de delitos graves en la incertidumbre de enfrentarse a penas de entre 12 y 14 años de cárcel. El estado de derecho enseña aquí su peor cara, que la tiene. Las declaraciones que hizo el portavoz del PP, Acebes, al tiempo de la retirada de la acusación por parte del fiscal, son prueba suficiente de esa intencionalidad política.
Los testimonios de las personas encausadas, que muchos hemos tenido oportunidad de escuchar, no dejan lugar a dudas de lo sucedido al tiempo de su detención y del calvario que siguen viviendo.
Por otra parte, las personas encausadas han sido ya castigadas a estas alturas suficientemente y por un delito que no han cometido. El estar pendiente de un proceso de cuyo resultado pueden derivarse duras penas de cárcel, el linchamiento social y mediático padecido, que se guarda en las hemerotecas, el haber servido de leña al fuego de tertulianos sin escrúpulos, es ya suficiente condena, injusta insisto.
Una situación que ni ha suscitado ni suscita mayores comentarios por parte de los paladines habituales de la democracia y la libertad, a los que el cierre de diario Egunkaria les importa un comino, pero que con seguridad hubiesen puesto el grito en el cielo de haber sido otro el periódico clausurado y otras las personas procesadas. No se trata de exigir cuentas a nadie ni de reprochar nada (por un elemental respeto a la libertad de conciencia ajena), sino de constatar una realidad que habla de una sociedad dividida en facciones enemigas. El sistema de libertades depende de quien las ejercite, y la verdad de las cosas del ruido mediático que se haga sobre ellas.
Fue noticia, y bomba además, el cierre de diario Egunkaria, en febrero de 2003, y las acusaciones de pertenencia a ETA de miembros de su directiva y consejo editorial, pero no fue ni lo es, o muy poco, la retirada de la acusación por parte del fiscal. Son muchos los medios de comunicación que hablaron y han silenciado ese estado poco claro del procedimiento que hace pensar en la exculpación total. Eso lo dice todo y se comenta solo.
Estoy persuadido de que este asunto tiene un fondo político que va mucho más allá de la acusación de pertenencia a ETA; un fondo oscuro y poco honorable en un estado de derecho: si se trata de causar daño al adversario/enemigo político cualquier medio es válido, hasta la utilización torticera de la ley, sobre todo esta. No basta con decir “Hablarán los tribunales”, después de haberlos azuzado, como quien hace una apuesta y espera que el resultado le sea favorable. Hasta ahora, en el caso Egunkaria, se han producido unos daños, personales y materiales, que me temo sean irreparables, y eso deja en entredicho un sistema legal que, gracias al procedimiento penal que puede poner en marcha, produce indefensión efectiva.

TODOS LOS MUERTOS.- Se celebraba al día siguiente del de Todos los Santos. En algunos países y culturas se sigue celebrando de ese modo. Ese o este, poco importa, es el día en que honramos con el recuerdo a los que se han ido, aunque formen parte de nosotros y nos falten a diario, y en el recuerdo escuchemos sus voces, veamos su mirada, sus manos, los episodios de su historia ligada a la nuestra. No creo que haya lector de estas líneas a quien no se le haya muerto algún ser querido, no por fuerza familiar, aunque la relación que haya tenido con él haya sido fraternal y como tal vivida, por su intensidad. Estoy seguro de que voy a ser comprendido en esta página que el dolor hace de una privacidad compartida, por todos los que estos días sienten la pérdida de aquellos a los que quisieron y por ellos fueron queridos. Para mí este ha sido un mal año. Han fallecido amigos muy queridos: el arquitecto Lino Plaza Tuñón, de Baztán, hace unos días, el médico Enrique Izaguirre, del hospital de Txagorritxu, hace unos meses, como también Pablo Antoñana o aquella eminencia que fue Carlos Castilla del Pino, de quien me acuerdo todas las mañanas a la hora en que me pongo a trabajar porque también era la suya, ya octogenario avanzado, poco importaba, estaba en la cancha, entregado a su profesión, a sus empeños. Estas personas, y también otras, me han dado unas ejemplares lecciones de cómo vivir la vida, de cómo y por qué amarla, y sin discursos solemnes me hicieron ver que mientras amemos, deseemos, gocemos de las cosas y de los dones de la existencia, nos entreguemos con pasión a lo que sabemos hacer, esta vale la pena, y es algo más que un lugar común, una frase hecha. Lo saben las muchas personas que les conocieron, les trataron y les apreciaron, y hoy leerán estas líneas. Ellos se merecían este recuerdo; que los lectores que no les conocieron pongan en su lugar el nombre de las personas que les faltan de manera irremediable.